Octubre

«No sé cuándo es el momento de decir: ya no puedo más, y pedir ayuda».

Este fue el mensaje que envié a las personas que sentía más cerca en ese momento.

Fue un mensaje de auxilio.

Tenía miedo.

Miedo de haber llegado al punto en el que las esperanzas, la fe y el optimismo se quedaran cortos para navegar la tristeza y el dolor.

Sentí que todo me superaba.

Podía sentir el mar cubriendo mi cuerpo, y dudé de mí. Por un momento pensé: ¿Qué si este es el punto en el que ya no encuentro fuerzas para seguir?

Y el dolor me llevó al amor.

Me llevó a pedir ayuda, a decir «no puedo más», «no puedo sola», a pensar que quizá, sólo quizá, no tenía porqué hacerlo sola. 

Pero, ¿por qué tendría que hacerlo sola?

Porque el dolor es cárcel que aísla y encierra,

el dolor es frontera, es barrera,

que promete soledad inmensa.

El dolor es cárcel, pero hay grietas,

grietas que desdibujan la tristeza,

rebeldes pasos de supervivencia,

que al desbordarse, transparentes,

invitan a la luz, a la esperanza…

al amor que, vulnerable, salva.

El dolor es cárcel, pero el amor es puerta, es ventana... es grieta...

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.