A Isabel Villanueva, mi abuelita,
-ita, con ese diminutivo que, para ella,
denotaba cariño.
Siempre me han comparado
contigo,
con tu belleza,
con tu figura.
Nunca percibo el parecido,
no lo encuentro
por más que busco
en el espejo.
¿Será porque te fuiste?
¿Porque tu cama quedó vacía?
En el estante, las flores,
marchitas con tu partida.
¿Será porque te pensé eterna?
Asumí que permanecerías,
hoy, la inevitable tristeza,
como inevitable tu despedida.
Te fuiste,
como quien elige dormir,
cerraste los ojos,
y sueño con tu partir.
¿Cuál fue tu último aliento?
¿Qué sentiste al morir?
¿Miedo, alegría, libertad…
calma, tristeza… paz?
Me pregunto
si esa noche
por eso no pude dormir.
¿Habrá algo en nuestro parecido
que me hizo sentir tu morir?
Vueltas en la cama,
pausas en la noche,
tu ausencia en la mañana,
tristeza para compartir.
La compartimos sin ti,
la compartimos de lejos,
te lloramos a gritos,
nos aferramos a los recuerdos.
Tiemblo,
lloro,
todo mientras te pienso.
Digo tu nombre,
como si fuera
un presente eterno.
Pauso.
Respiro.
Recuerdo.
Ahora es pasado,
-aba, -ía, -ó.
Ya no.
Ya no.


Inconmensurable y bella como tu abuelita. Linaje real al que perteneces.
Me gustaMe gusta
Hermoso poema lleno de nostalgia ante la partida sin retorno de un ser querido; las frase cortas reflejan el sentimiento de dolor y de impotencia, ante esta trágica realidad.
Me gustaMe gusta