Para ti
Que sepas que te extraño todos los días
En cuanto escuches las palabras “Está muerta”, tiembla, cae al suelo y grita. Repite 3 veces: ¡Está muerta! Advertencia: El eco no desaparece. Durante los primeros 30 días, sobrevive. Deshazte en llanto ante las hojas podridas de la peperomia. Oblígate a comer todos los días, mastica y traga, repite varias veces. Advertencia: El hambre no regresa. Pide ayuda cuando sientas que en tu casa ya no hay vida, después cierra la puerta. ¿A ti qué, si ella ha muerto? Esconde, ahoga, reprime el duelo. Advertencia: La peperomia no revive. A los 60 días viste de negro y llora, acepta el pañuelo de la extraña que quiere consolarte aunque no sepa por qué estás tan sola cuando lloras. Advertencia: La soledad no te suelta. A los 120 días ve al único lugar donde puedes sentirla cerca. Lloverá y te preguntas si el cielo quiere ser espejo de tu tormenta. Regresa a casa a pie, empapada, inunda todo tu cuerpo. Advertencia: El naufragio no cesa. A los 130 días busca de nuevo ayuda; a los 140, háblalo casi todo, un martes como cuando piensas en ella, un martes como la última vez que la viste. Llora que el mundo se derrumbe como ocurrió hace casi 5 meses. Escucha el eco de tu propia voz: ¡Está muerta! ¡Está muerta! ¡Está muerta! Advertencia: Tú sigues estando viva. A los 150 días escribe este manual, pequeña raíz en la penumbra. Permite que florezca y haya vida aunque no sea la de la peperomia. Recordatorio: Tú todavía estás viva.


