Este poema es la recopilación de las voces de distintas mujeres. Por ello, el poema es de todas, es, precisamente, un entramado de nuestras vidas. La mujer que me inspira todos los días: mi mamá, mi abuela, mi hija, mi hermana... algunos nombres, sin jamás nombrarlas a todas...
El pasado no es tan malo
El pasado no es tan malo: te enseña aquello que no quieres ser, o no quieres repetir, pero también, aquello que quisieras mantener. El pasado no es tan malo.
Que quede un agridulce vestigio…
Que quede un agridulce vestigio, del año en que quise morir pero no lo hice.
Tengo un poema en mi cuerpo
Tengo un poema en mi cuerpo, o tal vez mi cuerpo es el poema, o tal vez mi cuerpo es una metáfora, ante la imperante necesidad que tengo, de apropiarme, de hacerme mía, de habitarme y reclamar mi vida.
Me gustaría que supieras…
Me gustaría que supieras cómo me sentí. Me gustaría que supieras que sí, las niñas recordamos, vemos y sentimos todo lo que pasa a nuestro alrededor. Me gustaría que supieras que tus actos no me definen a mí, pero a ti sí.
18 de enero de 2018
Hoy me siento lista para compartirlo conmigo misma. El 18 de enero de 2018 comenzó como cualquier otro, sin embargo, alrededor del medio día comencé a sentir el dolor más profundo que una mujer puede sentir. Si me lo preguntan, habría preferido vivir nuevamente todo el abuso a tener que soportar ese dolor.
Tejiendo la relación con las hijas
Historia de una dinastía de mujeres que, a través del tejido, transmiten habilidades, sabiduría y, principalmente, amor.
Inescapable
A través del tiempo, he logrado hablar, poco a poco y cada vez más. Ya no se me quiebra la voz. Ya no soy ella. He logrado separarme de aquella piel que violentaron. He logrado limpiarla.
6 de junio de 2020
En ocasiones, el pasado trata de apropiarse de mi cuerpo, de someterlo con base en los recuerdos. Respiro, me miro en el espejo, intento traer mi cuerpo a la realidad, de hacerlo mío. No permitiré que el pasado me aísle. No, en este, mi cuerpo, ya no.
Sin remitente
De los secretos que han surgido en cuarentena, descubrí una carta, escrita hace dos años, para nunca entregarla a su destinatario: un gitano. Un dios esporádico que me cambió la vida y que hoy merece salir para borrarse de los recuerdos del mundo.