18 de marzo

Ese día desperté confundida. Había soñado contigo –cuando nunca lo hacía–. Soñé que nos topábamos por accidente y que yo temblaba, tal y como ocurría, horas después, al estar frente a ti. Pensé que había sido una pesadilla, en realidad fue un presagio. Tenía miedo. Miedo de mí, no de ti, miedo de no ser capaz de poner distancia entre tú y yo.